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El videoclip, nuestro género preferido

jueves, 27 de junio de 2013

Los componentes de Tizedit procedemos de una época en que soñábamos en videoclip. No en vano es nuestro género preferido.

Y eso se nota en nuestras producciones. Amamos el formato y lo damos todo a la hora de hacer videoclips. Actualmente, el género sigue más vitalizado que nunca, pese a que en los medios tradicionalmente masivos como la televisión, prácticamente la presencia es nula, no hay que olvidar la amplia plataforma que supone internet.



El abaratamiento de los costes de producción también es un motivo de que grupos grandes o pequeños utilicen este formato para promocionar sus canciones.







El videoclip utiliza, al igual que la música, un lenguaje poético inasible. Se adapta y se empasta con la música de tal manera, que olvidas si estás escuchando o viendo, y surge un nuevo verbo que es ver un vídeoclip. Para grupos de primera fila, ésta potente característica del videoclip hacen que sea imprescindible producir uno para promocionar los principales temas de un nuevo disco.



La producción no ha empeorado, más al contrario, ahora es mucho más depurada, más detallista y, sobre todo, efectista: No hay que olvidar el efecto viral y lo que ésto supone para la comunicación y, finalmente, para el marketing.



En muchas ocasiones, el clip ha sido el fruto de una idea simple, tal vez nacida en una tarde de cervezas, en la que se plasman, quizá de manera involuntaria, el resto de la declaración de intenciones del autor o autores del tema musical que no pudo contener éste y que, gracias a las imágenes, se ha visto completado.



Mención especial para un grupo, cuya filosofía "revival" de los 80, elegantemente desarrollada a lo largo de todos sus discos, sin tapujos y sin complejos y, a mi modo de ver, con respeto y veneración (pese a las acusaciones de "cuasi" plagio que algunos de sus temas han tenido), y cuya imagen es una continuación de ese tributo, como ocurre en "The Weight" cuando hoy ya parece algo perteneciente al pasado un estudio de grabación que no sea la habitación del músico. Un plano con un bombo de orquesta que está marcando el ritmo de la canción, que de buen seguro han usado también para grabarla,[ pese a la sencillez que supondría generar el sonido digitalmente], es toda una declaración de principios, una imagen de fuerza simbólica que habla de la época en la que vivimos, que lo real tiene una fuerza que no tiene lo virtual y lo sintético, es el redescubrimiento de lo analógico y sus infinitas posibilidades... todo eso, de alguna manera, conecta de perfectamente con la época en que nosotros soñábamos en videoclip.